Cómo impermeabilizar una azotea inclinada o plana
Arquitecto, apasionado del diseño. Desarrolla su actividad profesional a través de su estudio med.arquitectos, del que es cofundador y arquitecto de proyectos. Compagina su actividad principal trabajando como escritor para el periódico Diario de Almería en la columna semanal "La Cuarta Pared", a la vez que colabora con MAPFRE redactando artículos técnicos, constructivos y de diseño.
El agua y la humedad son el mayor enemigo de casi todas las construcciones y las azoteas suelen ser los puntos de entrada más habituales. Es imprescindible contar con una buena impermeabilización de estas para evitar problemas en el futuro y mantener tu hogar siempre seco.
No solamente el agua líquida es peligrosa para la edificación, sino que la sensación de humedad en el ambiente puede ser perjudicial para la salud de los habitantes, pudiendo ocasionar incluso problemas respiratorios en el futuro.
Cómo afrontar el problema de las humedades en las azoteas
Antes de nada, debemos aclarar que existen multitud de tipologías de cubiertas, aunque generalmente se les suele agrupar en dos grandes grupos: cubiertas planas y cubiertas inclinadas. Ambas necesitan estar totalmente impermeabilizadas cumpliendo el famoso Código Técnico de la Edificación (CTE). En su apartado de Salubridad: HS1. Protección frente a humedad se determinan los valores mínimos exigibles por normativa para llevar a cabo estas protecciones de las azoteas.
Por lo general, todas las nuevas edificaciones deben cumplir el CTE para poder emitir la respectiva licencia de obras. Sin embargo, existen multitud de construcciones deficientes o mal ejecutadas que presentan patologías tras varios años de uso. En estos casos, tendremos que ponernos manos a la obra para buscar y solventar el problema.
Lo primero de todo es identificar los puntos críticos por donde puedan estar penetrando el agua de lluvia o la humedad exterior. Esto parece un razonamiento lógico, pero quizás no es tan intuitivo a la hora de empezar cualquier tipo de reparación, ya que la tendencia generalizada es intentar actuar justo en el punto de entrada de agua, y no siempre es el verdadero foco del problema.
El agua se filtra de material en material y se desplaza tanto verticalmente como horizontalmente por prácticamente todos los elementos constructivos de una vivienda. Es de vital importancia realizar un pequeño estudio previo de la situación y sobre todo repasar a conciencia los encuentros entre paramentos: cornisas de cubierta, petos, chimeneas… Al igual que los sumideros, cañerías o bajantes. Todos ellos son sitios claves donde el refuerzo del aislamiento debe ser doble y si no está bien ejecutado, puede acarrear muchos problemas.
Guía paso a paso de cómo impermeabilizar una azotea
En todas las azoteas, bien sean inclinadas o planas, transitables o no, siempre tenemos que incorporar una capa de algún material impermeable que impida que el agua se filtre al interior. Estos materiales suelen ser pinturas bituminosas o láminas asfálticas. Existen una gran variedad de materiales que tendremos que utilizar dependiendo de cómo sea la composición del paquete de la cubierta. Sin embargo, estás dos son las más habituales.
Por lo general, si estamos actuando en una edificación ya consolidada, lo normal es que ya tenga algún tipo de impermeabilización, pero que esta sea deficiente. Así que la mejor manera de actuar sería aplicando otra capa de impermeable por encima de todo el material de acabado.
Si nuestra cubierta está acabada con grava, tendremos que desplazarla para poder trabajar, y al terminar nuestra intervención, volver a colocar la grava en su sitio. Al igual que las cubiertas inclinadas acabadas en cualquier tipo de teja.
Si por el contrario, nuestra cubierta plana está acabada con algún tipo de enlosado, podremos actuar directamente sobre él.
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Para empezar, tendremos que seleccionar el material impermeable que vayamos a utilizar. Hoy en día existen láminas asfálticas autoprotegidas que son perfectas para este tipo de intervenciones. Son fáciles de aplicar y pueden ser, a su vez, el material de acabado. Son bastante resistentes a las inclemencias meteorológicas y al paso del tiempo.
- Antes de nada, tendremos que limpiar y despejar toda la azotea, revisando a fondo los sumideros y retirando todas las hojas o suciedad que podamos encontrarnos. Muchas veces las goteras provienen de un mal mantenimiento.
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- A continuación, nos dispondremos directamente a la colocación del material asfáltico. Nos lo encontraremos en formatos de rollo de unos 120 cm de achura y tendremos que disponerlo a lo largo de toda la azotea. Con la ayuda de un buen cúter habrá que recortar al final de cada tramo.
- Ahora viene la parte más delicada de toda la instalación: el sellado de las juntas. Para ello, tendremos que utilizar un soplete. Las láminas asfálticas provienen del petróleo y la mejor manera de asegurar su estanqueidad es fundiendo todas las partes de la azotea mediante el calor.
- Una vez que tengamos toda la superficie terminada, tendremos que proteger los puntos más críticos colocando un refuerzo doble de las láminas en los encuentros con cualquier paramento, como son los petos, las cajas de escaleras o cualquier elemento que nos encontremos en la azotea.
- Por último, siempre es aconsejable inundar la azotea con agua durante un par de días para ver si realmente nuestra actuación ha sido acertada, y en el caso de que no sea así, podamos identificar rápidamente donde se encuentran las filtraciones.
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Siempre es aconsejable contar con un profesional para este tipo de obras, al igual que es aconsejable contar con una protección extra para la vivienda, como el Seguro de Hogar MAPFRE que nos aporta tranquilidad en nuestro día a día.
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