Las fuentes suelen ser un remanso de paz dentro de nuestro jardín, por lo que debemos cuidarlas de la mejor manera posible.
Limpiar periódicamente
Una de las cosas más importantes para mantener una fuente de jardín es asegurarnos de la correcta limpieza tanto de la estructura como del agua, para evitar que se formen hongos y aparezcan bacterias que pueden incluso llegar a afectar a las plantas que se encuentren alrededor.
Por ello, es conveniente una vez a la semana vaciar la fuente y limpiarla detenidamente para eliminar cualquier resto de suciedad que pueda tener. Si tenemos una fuente grande, bastará con hacerlo cada 15 días. Es preferible coger la rutina, ya que si dejamos pasar mucho tiempo, aparte de que pueda darse la proliferación de agentes nocivos, nos costará mucho más trabajo que si lo hacemos de forma regular. Una vez que hayamos limpiado la estructura de la fuente, es recomendable también cambiar el agua y sustituirla por una limpia.
Revisar la bomba de la fuente
Otro de los elementos que debemos tener controlados es la bomba de la fuente, así que podemos aprovechar cuando limpiemos la estructura externa para desconectar y comprobar si la bomba tiene hojas o pequeñas ramas que dificulten su correcto funcionamiento, y eliminar el polvo que pueda tener con un compresor de aire. De esta manera, la circulación del agua será fluida y no se producirán estancamientos.
Por último, con una pequeña red de las de limpiar piscinas podemos ir retirando a diario aquellos elementos que estén ensuciando el agua para evitar que lleguen a la bomba y puedan bloquearla. También es recomendable usar algún producto químico para el agua que la mantenga limpia durante más tiempo como suele hacerse en las piscinas.