La mantequilla en punto pomada suele ser habitual para realizar postres. Es un imprescindible de los bizcochos, por ejemplo. Aunque también es ideal para untar en sándwiches y bocadillos. El problema está cuando te cuesta encontrar ese punto, intermedio entre la mantequilla en bloque y la líquida, con una textura cremosa. Por eso, vamos a explicarte una forma rápida y sencilla de cómo conseguirlo.
Sencillos pasos a seguir
Primeramente debemos coger un bloque de mantequilla que cortaremos en trozos pequeños, en taquitos. Luego debemos ponerla en el microondas a su máxima potencia. Con una duración de 20 a 30 segundos, hasta que se derrita a la mitad.
Una vez conseguido este resultado, procederemos al siguiente paso. Debemos batir la mantequilla con un tenedor. El calor de la parte derretida hará derretir el resto, consiguiendo así un producto homogéneo.
Finalmente, tendremos que dejar que se enfríe un poco. De esta forma, pasará a tener la textura cremosa que queremos conseguir. En caso de estar muy líquida, podemos meterla unos minutos en la nevera.
Consejos a tener en cuenta
En muchas ocasiones se tiende a echar más harina cuando tenemos una mantequilla líquida. Esto es posible, pero el resultado de nuestra receta no será el mismo. Una mayor cantidad de harina significa conseguir una masa más seca después del horneado.
En caso de que usáramos una mantequilla líquida pero con la cantidad de harina normal, tendríamos otras dificultades. En esta ocasión el problema es el exceso de humedad en la masa, algo que entorpece el proceso de amasado. Las masas son más fáciles de manejar cuanto menos húmedas están.
Es por ello, que el usar mantequilla en punto pomada hará que consigamos una masa perfecta con la cantidad de harina adecuada.
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