El pescado es uno de los alimentos más peligrosos a la hora de ingerirlo cuando está en malas condiciones y vigilar la fecha de caducidad que nos recomiendan desde su compra es vital. Sin embargo, hay algunos signos que nos pueden indicar cómo saber si el pescado está malo. Para interpretarlos, debemos prestar atención al olor que emite, la apariencia y la textura.
Aun cuando confiemos en el buen oficio de nuestro pescadero, saber reconocer un pescado fresco y distinguirlo de uno que ya no pasa por su mejor momento o que incluso puede empezar a estar en mal estado no es tan difícil con un poco de capacidad de observación y experiencia. He aquí los principales rasgos de un pescado que no deberíamos comprar y mucho menos comer.
El pescado pasado huele mal
Cuando el pescado comienza a deteriorarse, emite un olor fuerte que recuerda al amoniaco, muy característico y fácil de reconocer. El pescado que ha salido hace poco del mar siempre tiene un olor salino y penetrante que puede ser muy intenso y potente, pero que nunca resulta desagradable o hediondo. ¡Así sabremos que el pescado está fresco!
Si no podemos comprobar el olor o estamos muy seguros de si es bueno, podemos entonces fijarnos en otras características.
El pescado cambia de color y pierde brillo
Cuando vemos que el color de los bordes del pescado se ha ido atenuando o tiñendo hacia tonos más marrones, amarillos o grisáceos, debemos sospechar que el pescado puede estar malo. Si además, observamos que el color de las branquias se han decolorado hacia el rojo o el marrón, están pegadas entre sí y han perdido el brillo, podemos confirmar nuestras sospechas.
La textura se altera
La textura es un elemento a tener en cuenta a la hora de saber si el pescado está malo, porque ofrece pistas muy elocuentes sobre su estado. En términos generales, la carne de un pescado fresco debe mantenerse tersa y compacta, sin perder su elasticidad natural. Si encontramos que la carne está muy fofa y flácida o bien que las vísceras están hinchadas, no deberíamos comer ese alimento. Si, además, los ojos del pez están hundidos y decolorados, hay una alta probabilidad de que nuestro pescado se haya echado a perder.
Cómo evitar que el pescado se ponga malo
A nadie le gusta tirar comida, así que si no queremos que nos ocurra con nuestro pescado, lo que tenemos que hacer es cocinarlo y comerlo poco después de haberlo comprado. Si, por la razón que sea, no pudiésemos hacer esto, aún podríamos solucionar congelando nuestras piezas, de hecho, los restaurantes están obligados para evitar intoxicaciones. Así conservaremos todas sus propiedades en perfecto estado y no correríamos peligro ninguno de ingerirlo en mal estado. El principal riesgo de consumir pescado en mal estado, además del sabor desagradable, es el crecimiento bacteriano en él y que puede provocarnos indisposiciones de gravedad dispar, pero que en algunos casos pueden llegar a ser muy agudas.
Con estos consejos acerca de cómo saber que el pescado está malo podremos estar seguros de estar ingiriendo alimentos en buen estado. Pero sí aún así ingerimos algún alimento contaminado, recuerda que con el Seguro de Salud MAPFRE dispones de orientación médica las 24 horas.