Pollo al limón

Para empezar, lava los limones con agua tibia. Después, con ayuda de un pelador, haz varias tiras de piel (solo la parte amarilla). Estas tiras servirán como decoración final del plato. Exprime el zumo de los limones.

En un recipiente, vierte el zumo y añade el vino blanco, la salsa de soja, un poco de jengibre fresco rallado al gusto, una pizca de pimienta negra molida, un poco de shichimi (que es una mezcla de varias especias que se usa mucho en la cocina japonesa), un poco de sal y mezcla hasta que todos los ingredientes queden bien integrados. Reserva.

Pon una sartén al fuego, vierte un chorro de aceite de oliva y, cuando esté caliente, incorpora las tiras de limón que cortaste al principio, retíralas en seguida para que no se quemen y ponlas sobre un papel absorbente de cocina. El aceite tiene que estar muy caliente para que el limón se ponga crujiente. Reserva.

Salpimenta las pechugas de pollo y ponlas en la sartén sin cambiar el aceite, así tomarán un poco el sabor del limón. Cuando veas que las pechugas adquieren una apariencia dorada y uniforme, riégalas con la mezcla del limón, el vino, la soja, el jengibre y el shichimi y reduce el fuego.

A continuación, espolvorea sobre las pechugas de pollo la maicena y mezcla bien todos los ingredientes con ayuda de una cuchara de palo. Deja que se hagan a fuego medio, dando la vuelta a las pechugas de vez en cuando. Pasados unos 12 minutos, o cuando la salsa adquiera una textura ligeramente gelatinosa, retira del fuego.

Pon las pechugas de pollo sobre los platos, riega con la salsa y decora con las virutas de piel del limón que, además de adornar el plato, acentúan el sabor del limón.