La degustación de un buen vino implica poner los 5 sentidos en ello. Existen varios tipos de copas de vino que se pueden adaptar mejor a las características de cada uno, potenciando sus atributos en el momento de la cata.
Si bien lo convencional no es tener en casa una copa diferente para cada tipo de vino, hay algunas básicas en las que podemos invertir los amantes del vino para disfrutar plenamente de su degustación.
Atendiendo al tamaño y capacidad de cada pieza, analizamos cuáles son los principales modelos para que tú también puedas seguir el protocolo en tu hogar.
¿Cómo debe ser una copa de vino?
Una buena copa nos puede ayudar a examinar el vino, promoviendo la dispersión de su aroma, el olor, su color, y potenciando la percepción de los sabores.
Éstas están pensadas para retener los aromas o para airear un vino que sea más fuerte. Por esta razón, existen copas de formas muy variadas, diseñadas para determinados vinos.
Una buena copa debe ser de cristal liso y transparente. Evita aquellas con labrados o colores, que no permitan apreciar el verdadero color del vino que contiene. Cuanto más fino sea el cristal, mejor calidad tendrá la copa, permitiéndote examinar los matices del caldo sin interferencias.
El pie y el tallo de la copa son también muy importantes. Esta es la zona por la que se debe coger la copa a la hora de observar y degustar el vino. Evita tocar el cáliz con las manos para no aumentar la temperatura en la bebida.
Tipos de copas de vino y cómo se usan
Copa borgoña
La copa de borgoña es una copa con un cáliz muy grande. En ella, se puede servir un mayor volumen de vino, y puede llegar a tener un tallo más largo en consonancia al tamaño del cáliz.
Esta copa diseñada en la zona de borgoña se usa para vinos tintos muy aromáticos. Con ella, permitimos que los aromas se puedan distribuir mejor, agitando la copa para airear el vino antes de beber. Úsala para vinos con envejecimiento en barrica que precisan de una buena oxigenación antes de tomarlos.
Copa burdeos
La copa de burdeos es la más común para tomar vinos tintos. El cáliz es un poco más pequeño y alargado que el de la copa de borgoña. Es la copa estándar, perfecta para tomar con cualquier tipo de vino tinto.
La boca de la copa es más estrecha que el cuerpo, lo que permite que los aromas se concentren en su interior. Su gran capacidad permite que se pueda agitar el vino sin derramarlo, despertando los aromas para disfrutarlos durante la degustación.
Copa de tulipa
La copa de tulipa tiene una forma similar a la copa de burdeos, con la diferencia de que su volumen es ligeramente menor. Es la clásica copa vino blanco, que también se suele utilizar comúnmente como copa vino tinto para los caldos más jóvenes.
Su forma esférica y ligeramente alargada presenta una boca estrecha que retiene los aromas. El tallo puede llegar a ser más o menos largo en función del diseño de la copa, pero su volumen es más o menos el mismo, llenándose como máximo 1/3 partes del volumen total.
Copa chardonnay
Los vinos de la variedad chardonnay tienen una peculiaridad frente a otros: son bastante más afrutados, con aromas que no llegan a concentrarse, sino que se potencian en el primer sorbo. Por esta razón, es una copa con un cáliz más bajo y redondo, y una boca más ancha que la hace más cómoda a la hora de beber.
El tallo de la copa de chardonnay puede ser más corto, o incluso puede carecer de él. En el mercado se pueden encontrar copas sin pie que siguen esta estética, ideales para tomar blancos afrutados que se sirven en pequeñas cantidades para evitar que se calienten.
Copa flauta o copa de champán
Seguimos con los tipos de copas de vino con aquellas que tienen un cáliz estrecho y alargado tipo flauta están diseñadas para los vinos espumosos. Son copas que permiten la salida del gas en vinos cava y champán, favoreciendo la liberación de los aromas.
Los vinos frissantes italianos tienen también un tipo de copa especial. Son copas más pequeñas con un cáliz alargado pero barrigudo, con una forma de punta de flecha para que no se pierda todo el gas nada más servirlo.
Catavinos
Para los vinos generosos como los de Jerez, de Oporto, cordobeses y dulces, existe otro de los tipos de copas más peculiares: el catavinos. Es mucho más pequeña, con un tallo corto, cáliz estrecho y alargado, y un cristal algo más grueso para ofrecer mayor resistencia y que no se quiebren con facilidad.
El cristal puede favorecer también la conservación de la temperatura. Según el tipo de vino, se pueden tomar más templados o más fríos. Otro punto importante es el tamaño, ya que estos vinos se sirven en pequeñas cantidades, para tomar en sorbos ligeros debido a su alta graduación y sabor potente.
¿En qué se diferencia la copa de agua y vino?
A la hora de poner la mesa, el conjunto de cristalería siempre debe estar formado por una copa de agua y las correspondientes copas para los vinos que se vayan a servir con las comidas.
Son muchas las dudas que existen con respecto a la copa de agua, ya que no siempre sabemos diferenciarla cuando tenemos delante varios tamaños y diseños.
No tienes por qué confundirte. Recuerda siempre que la copa de agua es la más grande de todas. En esta copa de cáliz amplio y abombado se suelen servir las bebidas sin alcohol como el agua, zumos, refrescos, y en su defecto, también la cerveza.
Ésta se llena como mucho 2/3 partes de su volumen total, nunca hasta el borde. En el caso de que se sustituya la copa por un vaso de agua, el protocolo en la mesa también se sigue de la misma forma.
Junto con el resto de copas de vino, la copa de agua se coloca a la derecha del plato, justo delante de éste. Va más al centro, seguida de la de tinto y la de vino blanco de izquierda a derecha.