A la hora de comprar leña y con el fin de no malgastar el dinero, lo ideal es saber cómo calcular la leña que se va a necesitar en la temporada de calefacción y no acumular grandes cantidades del producto que, por otra parte, solo sirve para ocupar mayor espacio y generar mayor suciedad en la zona donde esté ubicada.
Sin embargo, si la casa tiene espacio suficiente y apropiado para almacenarla y se prevé un gran consumo puede interesar comprar mayor cantidad porque resultará un precio menor.
La cantidad de leña que se vaya a necesitar depende mucho del uso que se le vaya a dar y del tipo de madera. Además, no es lo mismo comprar leña seca que verde, ya que ésta tiene más humedad y tardarás más en poder usarla en tu chimenea. Si quieres saber qué es lo que debes comprar y cómo calcular exactamente lo que te están dando, no te pierdas estos consejos.
¿Qué tipo de madera usar?
La mejor leña para calefacción se prepara con las ramas y troncos procedentes de podas de maderas duras como la encina, el roble, el haya, etc., que, por su larga duración y brasas muy duraderas, aportan un gran poder calorífico cuyo valor exacto depende del tipo de madera, aunque se puede apreciar en 5,4 kWh o 4.643 kcal por kilo de leña seca.
Otras maderas más blandas como el pino se utilizan para prender el fuego al principio por su facilidad de encendido.
¿Comprar leña al peso o por volumen?
Las maneras más habituales de comprar leña son al peso o por volumen.
Por volumen
Lo más aconsejable, porque permite saber con mayor exactitud el género que se compra, es comprarla por volumen. A este respecto, actualmente se utilizan sistemas de embalaje en jaulas o estructuras de madera, pallets o grandes bolsas, que detallan la cantidad de leña que contienen expresada en metros cúbicos.
Facilitan grandemente el transporte de la leña y resultan además muy cómodos para su almacenamiento en la vivienda.
Al peso
Comprar la leña al peso tiene más inconvenientes. El principal es la humedad de la madera. La leña verde o con un secado insuficiente pesa más porque contiene un porcentaje mayor de agua, que puede llegar a suponer hasta un 40 por ciento más de peso respecto a la leña seca. En ningún caso la humedad de la madera debe superar el 20 por ciento. Por lo tanto, hay que tener este aspecto muy en cuenta si no se quiere pagar un dinero de más por un producto que, además, en esas condiciones, no puede ofrecer las mejores prestaciones.
La leña debe haber pasado un proceso de secado de al menos 9 meses para que pueda ser considerada leña seca. Lo ideal es que tras la corta pase un verano al sol antes de su comercialización. De esta manera, se obtendrá un poder calorífico mayor y la cantidad de leña que se necesite será menor que si esta estuviera verde.
La leña seca que se ha mojado no presenta los mismos inconvenientes que la leña verde. En este caso, sólo hay que dejar que se oree unos días y se solucionará el problema.
¿Cómo calcular la leña en metros cúbicos?
Una manera de comprobar el estado de secado de la leña es pesarla y compararla con las siguientes cifras:
- El peso de un metro cúbico de leña verde puede estimarse en 800 kilos.
- Si estuviera solamente húmeda, el peso sería de unos 700 kilos.
- Y si estuviera seca, el peso estaría en torno a los 500 kilos.
Otra manera muy sencilla para comprobar si la leña está seca, a falta de instrumentos más técnicos, consiste en meter un trozo de madera en una bolsa de plástico y ponerlo al sol. Si, transcurrido un tiempo, se comprueba que hay gotitas de agua en la bolsa, es un indicio claro de que la leña está aún verde.
Algunas empresas de las que venden leña al peso ofrecen la posibilidad de presenciar el pesaje de la misma. Si no es así, no hay manera de saber con exactitud el peso de la leña, sobre todo si se trata de grandes cantidades, y no queda otra que fiarse de lo que diga el vendedor.
El precio de la leña varía mucho porque inciden en él muchos factores: la región donde se vive, la demanda estacional, la cantidad que se compre y también el tamaño de los troncos, ya que cuanto más pequeños estén cortados más caro resultan.
Lo que sí hay que mirar con detenimiento ante precios anormalmente bajos es la calidad de la madera, porque a veces, vendedores desaprensivos suelen mezclar maderas de buena calidad con otras de baja calidad, o con un alto porcentaje de humedad.