Un lavavajillas bitérmico es aquel que consta de dos tomas de agua: una para la caliente y otra para la fría. Para ello, consta de una segunda electroválvula por la que entra el agua caliente, y una sonda que proporciona información al dispositivo sobre la temperatura de la misma. Al final es un funcionamiento muy similar al de las lavadoras bitérmicas.
En el caso del agua caliente, puede obtenerla a través de un calentador, una caldera central o cualquier otra fuente externa, una particularidad que permite que pueda funcionar con energías limpias, como la solar térmica o el gas natural, reduciendo las emisiones de CO2 y el consumo energético entre un 20 y un 50 por ciento. De esta forma, además de contribuir al cuidado del medio ambiente, favorece el ahorro, ya que se puede contratar una potencia eléctrica menor. Pero, ¿realmente supone un gran ahorro?
Pros y contras de los lavavajillas bitérmicos
La ventaja más destacable de este tipo de lavavajillas es que son menos contaminantes que los tradicionales. Además, los ciclos de lavado son más cortos y requieren de menos potencia (2.3 kW frente a 24 kW de un calentador circulante sencillo).
Sin embargo, pueden resultar más caros. Y no sólo por el aparato en sí, sino porque para poder utilizarlo hay que tener hecha una instalación previa que cumpla la normativa del país.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que, si se usan varios electrodomésticos bitérmicos de forma simultánea, hay que cerciorarse de que el caudal de agua calentada por el calentador sea suficiente como para que todos los aparatos puedan funcionar a la vez.
¿Realmente suponen un ahorro?
No cabe duda de que los lavavajillas bitérmicos contribuyen al cuidado del medio ambiente. Sin embargo, existen ciertas controversias en cuanto a su ahorro en el hogar. Con un ejemplo se verá más claro:
Supongamos que un lavavajillas utiliza 4 litros de agua para el lavado y otros 4 para el aclarado caliente. Supongamos también que el agua entra a 15 grados y el aparato la calienta a 60, es decir, que tiene que aumentar la temperatura de los ocho litros de agua en 45 grados. Por tanto, para calcular las kilocalorías (Kcal) necesarias para elevar un grado cada litro de agua:
8 litros x 45 grados = 360 Kcal.
Si tenemos en cuenta que un kilovatio hora (kWh) de electricidad produce 860 Kcal, para suministrar las 360 que necesitamos:
360 / 860 = 0,42 kWh
Si el precio medio del kWh está en 0,15 euros, el coste sería de 0,063 euros por lavado. Esta cifra, multiplicada por los 365 días del año (en el caso de hacer un lavado diario) supondría 22,99 euros de coste eléctrico anual.
Pues bien, en el caso de un lavavajillas bitérmico, calentando el agua con gas el ahorro sería del 50 por ciento, por lo que este electrodoméstico supondría un ahorro de 11,49 euros al año.
Por ahora, parece que el ahorro no es tan significativo como parecía en un principio. Pero aún hay más.
Para usar un calentador de gas hay que tener hecha una instalación que, además de la tubería de agua fría habitual, cuente también con una de agua caliente. Imaginemos que esa instalación cuesta 50 euros, y que el lavavajillas bitérmico sobrepasa en 50 euros el precio de uno tradicional. En total, habríamos invertido 100 euros. Para amortizar ese coste, tendrían que pasar 8 años y 7 meses. A partir de ese tiempo, podríamos empezar a ahorrar los 11,49 euros al año.
¿Y si en vez de gas natural se usan paneles solares? En ese caso, el ahorro sería el doble, es decir, 22,98 euros al año.