Errores más comunes al usar los electrodomésticos
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Los electrodomésticos nos facilitan la vida y reducen el tiempo y el esfuerzo que dedicamos a las tareas del hogar. Aunque ahora no podemos concebir la vida sin ellos, su aparición es relativamente reciente: se calcula que los primeros aparatos surgieron en el periodo posterior a la guerra de Secesión estadounidense (1865).
El hecho de que la clase alta hubiera perdido a sus sirvientes y amas de casa sumado a la llegada de la electricidad propició la creación de varios inventos que hacían esas mismas tareas de forma independiente.
Hoy en día, en un mundo en el que el tiempo es oro, contar con la ayuda de estos inventos es crucial. Una tarea tediosa como era lavar a mano cada prenda de ropa, enjabonarla, enjuagarla y escurrirla hoy se puede hacer en apenas unos minutos tan solo pulsado un botón.
No cabe duda de que, sin ellos, la sociedad moderna iría por otros derroteros, sin embargo no les prestamos a estos aliados del hogar la atención que merecen. En muchos casos, ni siquiera leemos el libro de instrucciones que los acompaña y pulsamos botones al azar hasta dar con el adecuado.
Este y otros gestos hacen que pierdan años de vida y que dejen de cumplir correctamente con sus obligaciones de forma acelerada. Por eso, el Seguro de Hogar MAPFRE te ofrece su servicio de reparación de electrodomésticos, además de otras coberturas y ventajas que velan por tu bienestar y el de toda tu familia.
Si quieres alargar la vida de tus aparatos, te contamos cuáles son los errores más comunes al usar los electrodomésticos, y los que debes evitar.
Errores más comunes al usar los electrodomésticos
- Guardar comida caliente en la nevera. Seguramente a nadie se le ocurra guardar un guiso recién hecho en el frigorífico, pero sí son muchos los que meten platos que aún no se han enfriado del todo. Este gesto hace que la temperatura del interior del electrodoméstico suba y, por tanto, requiera de más energía y electricidad para cumplir su función.
- No usar el prelavado del lavavajillas. Una costumbre muy arraigada es la de enjuagar los platos antes de meterlos en el lavavajillas. Un hecho innecesario teniendo en cuenta que el propio aparato prevé esa función con su programa de prelavado. En realidad, bastaría con retirar el exceso de alimentos con ayuda de un cubierto. Usar el grifo para eliminar los restos supone un importante gasto de agua de una media de 12 litros. En cambio, la función del prelavado implica un gasto de apenas 4 litros de agua.
- Usar jabón friegaplatos en el lavavajillas. A todos nos ha pasado alguna vez: acabamos de llenar el lavavajillas de platos pero de repente nos damos cuenta de que no nos quedan polvos o pastillas específicas. Entonces, hacemos uso del jabón para platos ordinario. Esto puede dar lugar a un mal funcionamiento del electrodoméstico. Además, los jabones líquidos son menos eficientes y perjudiciales para el medio ambiente, ya que contienen un alto contenido en surfactantes, que son los elementos que generan la espuma. Si te quedas sin detergente, lo mejor es poner el lavavajillas sin jabón usando agua a alta temperatura.
- Abrir el horno durante la cocción. Cada vez que se abre la puerta del horno para comprobar cómo va la cocción se pierde un mínimo del 20 por ciento de la energía acumulada, lo que ocasiona un gasto energético extra porque será necesario tener el horno encendido durante más tiempo. Para evitarlo, se incluye una puerta de cristal por la que se puede mirar tantas veces como se quiera. Además, si se apaga el horno antes de que termine la cocción, se puede seguir haciendo uso del calor residual para acabar con el proceso.
- Llenar la lavadora sin orden. No basta con separar la ropa por colores o tejidos, además, el orden que sigas a la hora de meterla en la lavadora es crucial si quieres conseguir buenos resultados. Para que se lave mejor, hay que meter primero las prendas más sucias.
- Utilizar detergente de lavado a mano en la lavadora. Si eres de los que cree que usar este tipo de detergentes es la mejor opción para lavar prendas delicadas, estás muy equivocado. Usa siempre detergentes y suavizantes compatibles con la lavadora, ya que de lo contrario estarás usando un jabón que genera mucha espuma, lo que puede causar una rotura del electrodoméstico.
- Todo a la tostadora. Las tostadoras están pensadas para meter pan seco, lo que no incluye otro tipo de panes, bollos, rebanadas untadas con mantequilla o bocadillos rellenos. Además, es aconsejable limpiar las migas que caen, con el aparato siempre desenchufado.
- Usar la licuadora con alimentos calientes. Una práctica muy extendida, sobre todo en los hogares con bebés, es introducir en la licuadora los ingredientes del puré que acabamos de retirar del fuego y accionar el aparato. Siempre hay que esperar a que la comida se haya enfriado un poco. Tampoco se recomienda triturar en ella ingredientes secos, como galletas, ya que puede dañar el mecanismo.
- Usar en exceso la batidora de mano. Si mantienes durante mucho tiempo la batidora encendida puede hacer que el motor se sobrecaliente y el aparato deje de funcionar.
- Encender el microondas cuando está vacío. Es algo que solemos evitar pero que, por un descuido, podemos llegar a hacer. Si esto ocurre, las ondas en funcionamiento pueden dañar el magnetón, que es el dispositivo que transforma la energía eléctrica en energía electromagnética.
- Meter mucho peso en el microondas. Casi nadie lee las instrucciones de este electrodoméstico en busca del peso máximo que puede soportar. Pero sí, hay un máximo, y excederlo puede dar lugar a problemas futuros.
- Meter objetos metálicos en el microondas. Todo el mundo sabe que en el microondas no se puede meter utensilios metálicos, como cubiertos, pero muchos pasan por alto otro tipo de objetos, como platos con adornos metálicos, plásticos, etc. Usar platos no aptos puede provocar un incendio, así que ¡cuidado!
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