¿Quieres sacarle el máximo partido a tu chimenea? Pues en esto, influye mucho la forma en la que la uses. Si la tuya es de ladrillo o de obra, abierta, que utiliza leña como combustible -dejando aparte las que cuentan con un sistema cerrado como las casetes, insertables, estufas, etc.- te contamos cómo encender la chimenea de una forma fácil y práctica. Para las que consumen otro tipo de combustible, como bioetanol, gas, electricidad, briquetas, etc., hablaremos en otra ocasión, porque hoy queremos ocuparnos de las más tradicionales, nostálgicas y propicias para crear ese de invierno. Te lo explicamos en este tutorial.
Lo primero: su limpieza
Encender una chimenea de leña puede resultar una tarea complicada para quien no está acostumbrado a hacerlo.En realidad, no es difícil, solo requiere un poco de práctica y de atención. Siguiendo estos elementales consejos, resultará más fácil la próxima vez.
Lo primero que hay que tener en cuenta es el aire, el oxígeno. Parece una perogrullada pero es así. Si el aire no entra ni circula bien por la chimenea, esta no se enciende. Por eso, hay que mantener siempre el tiro y los tubos limpios, libres de hollín; la limpieza anual es imprescindible. El tiro se puede comprobar encendiendo una cerilla o mechero en el hogar de la chimenea y verificar que la llama tira hacia arriba. Previamente, hay que asegurarse de que el regulador de tiro está abierto.
Avituallamiento necesario
Antes de empezar con la tarea del encendido, hay que tener a mano y en perfecto estado todos los utensilios para realizar esta labor: tenaza, atizador, badil, fuelle, salvachispas, cerillas o mechero, etc.
Además, habrá que recolectar los elementos o materiales necesarios para hacer fuego: troncos, astillas, piñas, ramitas, pastillas ecológicas de encendido, etc. (Ojo, no es conveniente utilizar papeles de periódicos –que es lo que se hace comúnmente– y menos aún de revistas, son contaminantes porque generan mucho humo y, consecuentemente, hollín). En centros comerciales venden sacos de astillas y de piñas para este menester. Las pastillas de encendido deberían ser ecológicas, porque no desprenden malos olores ni gases tóxicos.
Recolectando leña
Para hacer un buen fuego, es imprescindible disponer de leña. Hay distintas clases de madera y cada una de ellas quema de una manera diferente:
- La mejor madera por su poder calorífico y por la gran duración en su combustión, generando brasas que se mantienen mucho tiempo incandescentes, es la dura: encina, haya, roble, etc., que además son las menos contaminantes porque generan menos hollín, aunque tienen en su contra que son más caras.
- Las blandas: pino, abeto, abedul, etc., duran menos, son más contaminantes, tienen la combustión más rápida y menos poder calorífico, pero precisamente por esto son mejores en el momento de arrancar la chimenea o cuando es necesario reavivar las llamas rápidamente. Pero a su favor, cuentan con que son más baratas.
Sea la madera que sea, es imprescindible comprobar que esté bien seca, ya que si no es así desprenderá mucho humo y chisporroteará continuamente. Podremos comprobarlo observando la chimenea desde fuera: Si el humo que sale por ella es negro y denso indica una mala combustión; por el contrario, si este es casi imperceptible, es que la combustión es óptima.
Por último, como medida de seguridad, hay que cerciorarse de que no hay nada en las cercanías de la chimenea que pueda prenderse (alfombras, cortinas, muebles, etc.) y, sobre todo, hay que tener mucho cuidado con los niños para evitar accidentes. Además, conviene contar con la protección de incendios del Seguro de Hogar MAPFRE, como medida preventiva ante lo que pueda suceder.
Después de haber hecho todas estas comprobaciones y de tomar las precauciones debidas, se puede emprender la tarea.
Cómo encender la chimenea
La clave del éxito radica en saber cómo colocar los troncos y el material de encendido:
- Lo primero es hacer una base con materiales de fácil ignición, como astillas, ramas delgadas, pastillas de encendido, piñas, etc. (Descartamos el papel por lo dicho anteriormente). No es necesario tenerlos todos, pero los que se tengan se pueden utilizar al mismo tiempo, si se desea. Si disponemos de pastillas, es bueno encender varias y repartirlas por distintos puntos.
- Una vez prendida la llama, se colocan dos o tres troncos que no sean de los más gordos, en forma de pirámide, para que entre bien el oxígeno y no se ahogue el fuego. Por esta razón, no conviene poner a la vez muchos troncos al principio, tiene que existir espacio entre ellos.
- Si los troncos no prenden, hay que echar más ramitas o astillas para mantener la llama y esperar pacientemente a que los troncos prendan. Cuando esto ocurra, ya no habrá problemas de apagado. Solo hay que vigilar para ir dándoles la vuelta cuando una parte se haya consumido e ir echando más madera a medida que la carga anterior se haya convertido ya en brasas.
En todo este proceso, es conveniente ayudarse de un fuelle para avivar las llamas, y si no se dispone de él, de un soplillo o cartón con el que aventarlas.
Si se quiere mantener la chimenea encendida por la noche, es conveniente echar algunos troncos gordos que tardan más en consumirse y poner la pantalla protectora o salvachispas para evitar que salte alguna chispa o ascua y pueda provocar un incendio.