El hecho de que el perro del vecino no deje de ladrar es uno de los problemas que más se repiten en las comunidades de vecinos. Asimismo, es uno de los motivos de denuncia más comunes cuando el ruido no se limita a momentos puntuales y se convierte en una molestia continua que interfiere en el descanso del resto de inquilinos.
Estos animales emiten su sonido característico por diferentes razones y, muchas veces, el dueño no sabe cómo calmar los ladridos generando una situación de malestar entre sus vecinos. Para solucionar esto, en primer lugar, es recomendable hablar de forma amistosa con el dueño del can para que adopte las medidas necesarias que eviten los ladridos. Si esta opción no funciona, es preciso dar otros pasos.
¿Qué dice la normativa sobre los ladridos de un perro?
Aunque la Ley de Propiedad Horizontal no regula de forma expresa el supuesto de que el perro del vecino no deje de ladrar, este problema se puede encajar dentro del artículo 7.2. Este precepto establece que: “al propietario y al ocupante del piso o local no les está permitido desarrollar en él o en el resto del inmueble actividades prohibidas en los estatutos, que resulten dañosas para la finca o que contravengan las disposiciones generales sobre actividades molestas, insalubres, nocivas, peligrosas o ilícitas”.
Esta norma alude a que el presidente de la comunidad tiene potestad para solicitar al vecino que solvente la situación que origina el ruido. En caso de que el dueño del animal haga caso omiso del requerimiento, la junta de propietarios puede decidir si iniciar las acciones judiciales que correspondan para conseguir que cesen las molestias.
Al tiempo de presentarse la demanda, es necesario acompañar la acreditación de la petición al infractor, así como la certificación del acuerdo adoptado por los vecinos y todas las pruebas de las que se disponga. Una vez admitida, el juez puede adoptar las medidas que sean necesarias para evitar los ladridos del perro del vecino.
En el supuesto de que la sentencia sea estimatoria de la pretensión, en esta se establecerá la cesación definitiva del hecho que causaba el ruido. Además, el dueño del animal estará obligado a indemnizar por daños y perjuicios, e incluso quedará privado del uso de la vivienda o local según la gravedad de la infracción.
¿Qué puede hacer un particular cuando el perro del vecino no deja de ladrar?
Si se trata de una casa independiente o en el supuesto de que la comunidad de vecinos opte por no tomar cartas en el asunto, la persona afectada por los ladridos también puede seguir algunos pasos para solucionar el problema.
No obstante, es importante considerar que esta situación solo se puede denunciar cuando se trate de un contratiempo continuado en el tiempo y que supere el límite de ruido permitido.
En estos casos, es recomendable llamar a la policía para que acuda al domicilio y compruebe por sí misma los ladridos del perro. Aunque no es un requisito indispensable para obtener una resolución favorable, la autoridad también puede proceder a medir el nivel de sonido para determinar si supera los niveles de decibelios permitidos.
A continuación, es posible denunciar en el ayuntamiento de la localidad alegando que el vecino no cumple las ordenanzas que regulan el ruido, así como las relativas a la tenencia de animales. En este supuesto, si la corporación local lo cree oportuno, iniciará un procedimiento sancionador contra el dueño del perro.
Por último, se puede acudir a los juzgados de lo civil si las anteriores opciones son fallidas. Antes de optar por la vía judicial, es importante informarse a través del servicio de orientación telefónica que ofrecen los Seguros de Defensa Jurídica MAPFRE. Con esta cobertura se pueden resolver todas las dudas relacionadas con este problema.