Las gardenias: qué cuidados necesitan
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La gardenia es un arbusto de porte redondeado, de hoja perenne de color verde brillante y flores de color blanco crema deliciosamente perfumadas. Puede ser cultivada tanto en el interior de una vivienda como en la terraza o el jardín. En esta última ubicación puede alcanzar una altura de 2 metros.
La gardenia es originaria de China. Su nombre científico es Gardenia jasminoides, y el común o vulgar: Gardenia o Jazmín del Cabo.
La gardenia es una de las plantas más bellas que puedes cultivar por la hermosura y elegancia de sus flores. Pero su cultivo no es fácil, por lo que no es apta para jardineros principiantes. Las atenciones y cuidados que necesita se deben observar rigurosamente, ya que cualquier cambio o variación que se produzca en sus rutinas puede acabar con ella.
Cuidados de una gardenia
Sustrato
Al tratarse de una planta acidófila, necesita un terreno que sea ácido para desarrollarse adecuadamente, tanto si está plantada en maceta como en el jardín.
Un pH en torno a 5 puede ser suficiente para que la planta absorba los nutrientes con normalidad, de lo contrario sufrirá clorosis y sus hojas acabarán volviéndose amarillas.
Los sustratos comerciales más habituales son de tierra de castaño o brezo. Se aconseja que sea suelto y rico en materia orgánica para poder retener la humedad y favorecer la correcta aireación de las raíces.
Luz
Si la gardenia se cultiva en el interior, debe colocarse en un lugar muy iluminado, por ejemplo, cerca de una ventana, pero sin recibir sol de forma directa.
En cambio, si está plantada en el exterior, debe estar en un lugar de semisombra ya que tolera mal el sol directo del mediodía.
Temperatura
Al ser una planta tropical, la gardenia prefiere temperaturas cálidas y agradables, y no tolera las heladas ni el frío intenso. No obstante, florecerá más y mejor si los días son cálidos y las noches frescas.
Si en la zona donde vives los inviernos son duros, es mejor que la cultives en el interior.
Riego
La gardenia requiere un sustrato permanentemente húmedo, pero no encharcado, para lo que es imprescindible un buen drenaje, sobre todo si está plantada en el suelo.
Nunca le proporciones agua dura con un alto contenido en cal, sino que debes utilizar agua blanda, destilada o de lluvia. Si no te es posible, puedes acidificar el agua del grifo añadiéndoles unas gotas de zumo de limón o de vinagre.
Es conveniente también que pulverices sus hojas en verano, pero nunca cuando el sol le dé directamente a la planta, para evitar posibles quemaduras.
Abono
El abonado es uno de los cuidados más importantes que debes procurarle a la gardenia, ya que necesita un suelo rico y fértil para poder desarrollarse y florecer. Hazlo una vez al mes durante la primavera y el verano para promover la floración. Usa un fertilizante líquido especial para plantas acidófilas diluido en el agua de riego. También puedes utilizar abono orgánico como estiércol, humus de lombriz o compost.
Floración
Cuando llega el mes de mayo o junio, la planta se llena de grandes flores de color blanco crema que exhalan un agradable e intenso aroma similar al jazmín.
Poda
La gardenia necesita dos podas al año, una de mantenimiento y otra de floración.
La primera tiene el objetivo de mantener la forma del arbusto. Hazla a principios del invierno. Consiste en eliminar ramas en mal estado, cruzadas, enfermas o muertas.
La segunda es para favorecer la aparición de más flores. Realízala tras la floración, a mediados del verano, mediante la técnica del pinzado.
Problemas, plagas y enfermedades
Es fácil que la gardenia sufra el ataque de pulgones, cochinillas o arañas rojas, entre otras plagas. En cuanto detectes la presencia de alguno de estos insectos debes actuar rápidamente pulverizando toda la mata, sobre todo en las partes más jóvenes y en el envés de las hojas. Utiliza jabón potásico, un producto fitosanitario ecológico muy eficaz contra las plagas de insectos, que no es tóxico para personas ni animales.
La gardenia puede verse afectada por otros problemas y enfermedades, en especial por la clorosis férrica. Revisa frecuentemente tu planta para comprobar si las hojas se ponen amarillas, pero conservan los nervios verdes. Esto es un claro signo de que tu gardenia está sufriendo clorosis férrica, es decir, falta de hierro debido básicamente al pH incorrecto de la tierra.
Como solución rápida y temporal debes aplicar abono en forma de quelatos, aunque lo importante es acidificar el suelo lo antes posible. La turba rubia, de naturaleza ácida, puede ayudarte en esta tarea. Solo has de mezclarla con el sustrato existente, hasta volver a equilibrar el pH.
Hay que conocer todos estos cuidados para que tus gardenias florezcan en perfecto estado y nos embriaguen de su característico olor. Y para tu vivienda, la mejor protección es el Seguro de Hogar MAPFRE con las coberturas que se adaptan a tus necesidades y la de los tuyos.
Qué bonitas, aunque yo soy poco de flores y siempre confundo las gardenias con las rosas blancas.