La fotosíntesis que aprendimos en el colegio es, según definición de la RAE el “proceso metabólico específico de ciertas células de los organismos autótrofos como las plantas verdes, por el que se sintetizan sustancias orgánicas gracias a la clorofila a partir de dióxido de carbono y agua, utilizando como fuente de energía la luz solar”. Por tanto, es la falta o exceso de alguno de estos factores, sobre todo agua y luz solar lo que puede hacer que aparezca la clorosis.
En este artículo, vamos a ver los motivos por los que las hojas de tus plantas se están volviendo amarillas y qué solución podemos aplicar para revertirlo.
¿Problemas con la cantidad de agua?
Igual de malo es el exceso que el defecto. Si las hojas se ponen amarillas, pero solamente algunas y no de manera uniforme, es falta de agua.
¿Cómo solucionarlo?
Fijándote en la tierra, que probablemente esté seca, tendrás la respuesta: tu planta necesita que la riegues más.
Si la planta se ha puesto amarilla totalmente y el color es más bien intenso, la estás regando demasiado.
Riega la planta menos veces a la semana y con un poco menos de agua en cada riego.
Falta de hierro
Si las hojas de tu planta están amarilleando, pero la parte central (el nervio) permanece verde, nos encontramos ante una “clorosis férrica”, o lo que es lo mismo: falta de hierro.
¿Cómo solucionarlo?
Cambia el sustrato por otro rico en hierro y compatible con tu planta. Consulta en tu vivero o centro de jardinería, ya que ellos podrán decirte cual es el más adecuado teniendo en cuenta diversos factores. Además, existen suplementos específicos que habrá que añadir a la tierra.
¿Una mala iluminación?
Como ya hemos dicho, las plantas necesitan de la luz solar para hacer la fotosíntesis. Si tu planta tiene las hojas muy amarillas casi blancas, es que necesitan recibir más luz. Es fácil de comprobar, ya que las que están de ese color son las que se encuentran más alejadas de la fuente de luz (ventana o balcón).
¿Cómo solucionarlo?
Cambia la planta de sitio a otra zona más iluminada. Pero cuidado, las plantas de interior no deben recibir luz solar directa, por lo que lo ideal es colocarlas delante de una ventana con visillo o cristal translúcido.
Falta de nutrientes
Los cinco nutrientes esenciales para las plantas son: calcio, fósforo, magnesio, potasio y nitrógeno, siendo la falta de este último la más frecuente. Cuando uno de ellos, o varios, es deficiente, las hojas también se vuelven de color amarillo, pero además se arrugan y se ven afectados los tallos (con manchas rojizas o moradas).
¿Cómo solucionarlo?
La única manera de acabar con la deficiencia de nutrientes es administrar abono específico a nuestra planta. Igual que en el caso de la falta de hierro, lo mejor es consultar a un especialista que nos recomiende un buen fertilizante.
Insectos en nuestra planta
Las plagas son un problema para las plantas, y el hecho de que estén dentro de casa no hace que se libren de los desagradables bichitos. No es fácil detectar si ese es el motivo que hace que la planta haya adquirido tono amarillento, pero si has descartado el resto de situaciones anteriores, y además las hojas se están cayendo, casi seguro que te encuentras ante un “bichito”.
¿Cómo solucionarlo?
Compra un insecticida especial para las hojas, y otro que se pueda echar directamente en la tierra, para que llegue a la raíz por si se trata de micro lombrices.
Ahora que ya sabes cuáles pueden ser las causas por las que las hojas de tus plantas de interior se están poniendo amarillas, no dejes de revisarlas si ves que algo va mal, es mejor solucionarlo cuanto antes. Y para el resto de problemas de casa, contrata un Seguro de Hogar MAPFRE para mantener tu tranquilidad durante mucho tiempo.