Mi mascota tiene miedo al veterinario, ¿qué puedo hacer?
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Casi todas las mascotas suelen tener miedo al veterinario, ya que lo que hacen allí no les resulta ni cómodo ni agradable. Además de estar en un sitio que se escapa de su zona de confort, las vacunas, análisis o pruebas médicas no hacen más que aumentar el tormento que sienten los animales cuando les toca su cita médica.
Este miedo no es preocupante, aunque muchas veces hace que el momento de acudir a la consulta se convierta en una tarea casi imposible y, en ocasiones, hasta peligrosa. Para los perros, este temor se suele traducir en ansiedad, y en cuanto recuerdan el camino hacia el centro veterinario, hacen intentos desesperados por escapar de allí cuanto antes.
A los gatos, en cambio, les hace sacar su lado más agresivo, lo que les lleva a arañar a cualquiera que le quiera impedir su huida de aquel lugar.
Por suerte, existen soluciones para erradicar el miedo al veterinario. A través de unas sencillas pautas se pueden normalizar esas visitas médicas y conseguir que el perro o gato deje de pasarlo tan mal.
Cómo combatir el miedo al veterinario de un perro
El miedo al veterinario es muy común en el mundo canino. Según los expertos, esta fobia es una de las más frecuentes en perros, junto con el temor a los ruidos y petardos o la ansiedad por separación.
Los perros que temen la visita al doctor ladran, gruñen, tiemblan, buscan un escondite o hacen sus necesidades en la consulta. ¿Qué se puede hacer para ayudarle a superar ese miedo al veterinario?
Si tu perro tiende a ponerse muy nervioso con cada visita médica, lo más recomendable es fijar revisiones periódicas (por ejemplo cada seis meses) en lugar de ir solo cuando haya una urgencia o el perro vaya a enfrentarse a alguna operación. Así, el perro se familiarizará con el entorno médico, lo que reducirá notablemente sus índices de estrés y ansiedad.
En muchas ocasiones, una de las cosas que temen los perros es que el veterinario les toque, sobre todo cuando se trata de animales con poca tolerancia a la manipulación. Por eso es bueno que frecuentemente acaricies a tu mascota, hagas juegos de contacto, le cojas de las patas, etc.
Otra de las claves más importantes es rebajar los niveles de ansiedad del perro antes de acudir a la cita médica. Una buena forma de hacerlo es dando un paseo largo en los que el animal pueda correr, jugar y en definitiva, agotar todas sus energías. De esta forma llegará mucho más calmado a la cita.
¿Qué pasa si no quiere subirse al coche? Muchos dueños solo llevan a su perro en el coche cuando hay que ir al centro veterinario, lo que es un gran error a la hora de evitar miedos. Si se hace esto, el animal se pondrá nervioso en cuanto vea la más mínima intensión de subirle al automóvil. Para evitar este problema, es aconsejable usar el vehículo para realizar otro tipo de actividades mucho más lúdicas y divertidas. Así dejará de asociar el coche con el veterinario.
Tampoco hay que descuidar la calidad del viaje. Para hacer el trayecto más relajado existen algunos trucos, como poner un sistema de anclaje seguro, ofrecerle premios, o hacerle caricias.
Una vez en el centro veterinario, pase lo que pase no debes perder la calma. Los animales tienen los sentidos más agudizados y captan al instante cualquier alteración nerviosa de las personas, y si notan que su persona de confianza está ansiosa, ellos también lo estarán e intentarán salir de allí por todos los medios.
Cuando el perro entre en la consulta debe notar mucho cariño por tu parte, y al mismo tiempo debe percibir un ambiente relajado entre el veterinario y tú.
Por último, intenta que tu perro pueda verte mientras le realizan las pruebas y, una vez acabado todo, recompénsale con una golosina para perros.
Cómo combatir el miedo al veterinario de un gato
Aunque la reacción de los gatos difiere mucho a lo de los perros, hay algo que tienen en común: la ansiedad. Es entonces cuando los gatos se asustan, maúllan de forma recurrente, arañan o intentan escapar y, dada su agilidad y tamaño, pueden esconderse en los lugares más insospechados.
Por eso, como en el caso anterior, lo más importante es que mantengas la calma y la tranquilidad en todo momento para que el gato se sienta seguro.
Antes de la cita, evita nombrar la palabra “veterinario” o cualquier otra relacionada con lo que se va a acontecer. Los gatos son extremadamente inteligentes hasta el punto de asociar palabras con la realidad.
Unos días antes de acudir al veterinario, saca su transportín, déjalo a su alcance y mete dentro algún juguete. Lo ideal es que él mismo quiera entrar y salir todas las veces que quiera, y que se sienta cómodo haciéndolo. Así conseguirás que deje de ver este medio de transporte de animales como una caja que solo le genera ansiedad.
Si el gato es extremadamente nervioso, se puede recurrir a productos específicos que se rocían en los juguetes o en una manta y sirven para reducir la ansiedad, pero no siempre son recomendables. Por eso, no olvides consultar con un veterinario, el Seguro de Mascotas MAPFRE pone a tu disposición el servicio de asesoramiento y orientación veterinaria .
Cuando llegues al centro veterinario, no abras la puerta del transportín bajo ningún concepto si no quieres ver cómo tu gato corre despavorido. Mientras esperáis vuestro turno, aprovecha para hablarle con suavidad y cariño.
En el caso de los gatos, como en el de los perros, también es aconsejable que tu mascota pueda verte mientras le realizan las pruebas, y darle una recompensa cuando salga.
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